Me he cansado de escuchar cómo todo gira en torno a los números. Estamos en crisis, pues debacle. Bancos. Políticos corruptos. Caos. Grecia, Portugal, tal vez España, pobres irlandeses. Paro. Los ricos que quieren pagar más impuestos, y los que no. El IVA va a subir. Empresarios, emprendedores. Gasolina. Intereses. Sanidad estatalizada o autonómica. La construcción, pelotazo, ladrillazo. Gasto público. Más inversión en I+D+i.

Indígnate ante el conformismo.
Indígnate ante el conformismo.

Todo tangibilizado en números, sólo números. Expresados en euros, en dólares o en yenes. Números que representan personas, empresas, inversiones o meses. Números que hablan de ideas.

La solución a la crisis: hacer números. Yo no estoy de acuerdo.

Porque los números seguirán siempre siendo 10: 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9. Infinitas combinaciones posibles. Podríamos estar de nuevo toda la vida haciendo números. Pero el cambio necesario no está en los números, sino en cambiar la mentalidad de quienes jugamos con ellos. Sólo así podremos dejar de ver simple matemática para inventarnos un futuro mejor. De nada valen las mismas reglas de siempre, con las mismas fichas de siempre, si los que tenemos que jugar la partida seguimos cogiendo cada ficha con la misma mano y empleando el mismo tablero.

 

Nadie nos ha enseñado nunca otro estilo de juego. Ni nos hemos parado a pensar si es posible.

La verdadera solución a esta crisis reside en cambiar la mentalidad de los jugadores, cambiar el juego. Aplicando cambios fuera de números, que nos den otra forma de jugar con ellos. Cambiar las cosas para que las cosas cambien, y cambiar nosotros con ellas:

  • Adiós “entre semana” y “fin de semana”. Olvidemos esas expresiones. Podemos trabajar en una fábrica o en una oficina, pero el concepto de trabajo fuera de un horario marcado nos debe acompañar siempre. Trabaja cuando debas hacerlo y porque quieras hacerlo. No calientes tu asiento por obligación, hazlo por responsabilidad, porque alguien está invirtiendo en ti su dinero.
  • El mundo es muy grande. No te pudras donde estás si no encuentras tu sitio.
  • Mientras duermes, la otra parte del planeta está trabajando. El mundo no para. Tú no debes hacerlo.
  • Hoy ya es tarde. Mañana ya te ha cogido.
  • Ser listillo es ser tonto. Formas parte de una sociedad. Si te aprovechas de ella, si defraudas, si robas, los ingresos de tu sociedad se ven mermados. Y adivina de dónde salen esos ingresos: del bolsillo de los contribuyentes. De tu bolsillo. Bienvenido al mundo.
  • Pasión por trabajar. Si no te gusta lo que haces, no lo hagas. Busca algo que te guste porque de lo contrario ni serás feliz ni podrás hacer feliz a la gente que te rodea. La vida es demasiado corta para que te lo permitas.
  • El paro es el banquillo. Y a nadie le debería gustar estar en el banquillo. Entrena, discute con el entrenador, busca otro equipo… Te mereces otra cosa.
  • Adiós a la resignación. Cambia. No te conformes.
  • No sólo emprenden los “emprendedores”. No hace falta ser “empresario” para emprender, porque emprender es una actitud ante la vida.
  • Arriesga, crea, cree. Juégatela. ¡Juégatela!
  • El azar no existe. La suerte no te va a encontrar excepto en la lotería. Tienes que salir a por ella.
  • El éxito cuesta esfuerzo. Menos mal.
  • El dinero no cae del cielo. Ya no. No mires a las nubes que no va a volver a pasar.
  • Trabaja mejor para ganar más.
  • No mires ni hacia arriba ni hacia abajo. Si eres empresario, entierra la expresión “mis empleados” y cámbiala por “mi equipo”. Habla de cara.
  • Aprende constantemente. Evoluciona. Crece para cumplir con tu responsabilidad con la sociedad de la que te aprovechas: hazla crecer también a ella.
  • No debería existir competencia más exigente que la que te hagas a ti mismo/a.
  • Indígnate y promueve el cambio.
  • Reflexiona. Piensa las cosas. No las des por hechas. Cuestiónatelo todo. Obliga a la gente a hacer lo mismo.
  • Sé libre en tus ideas y respeta las de los demás.
  • Siente envidia pero no actúes movido por ella.
  • Convive. Que hayas nacido en tu país, en tu ciudad, en tu familia, y no en cualquier otro país, ciudad o familia es una cuestión de puro azar. Convive en igualdad y entiende el mundo como tu país. Y todo irá mejor.
  • Potenciemos el valor de la educación. Sí, educación. Esa que nos debería enseñar a sacar lo mejor de nosotros. Esa que no se aprende de memoria. Esa que ahora nos enseña cómo han sido las cosas pero que no nos dice qué hacer para inventar el futuro. Un sistema educativo que se precie debería ayudarnos a pensar por nosotros mismos, no a memorizar lo que otros han escrito. Ésa sí que es la base del cambio, un cambio que llevará su tiempo, y que uno, al borde de la treintena, ve con cierto miedo a no llegar a verlo ni vivirlo.

De la crisis no nos va a sacar hacer más números, sino cambiar nosotros para poder hacer con ellos algo distinto a lo que hemos hecho hasta ahora. Estoy harto de los números. Y no paro de oir hablar de ellos. Yo ya he escondido mi calculadora hasta que descubra qué puedo hacer con ella que no haya hecho nunca antes.