Todo se mueve muy deprisa, más cada vez. Hace diez años, la publicidad se quedaba en la caja de la parte de promoción en medios de comunicación, las relaciones públicas se movían en paralelo, los medios se trabajaban prácticamente de manera independiente, el PLV recaía en un departamento mientras estrategas, creativos, copys y artes seguían la línea lógica de aquellos tiempos. Aquellos tiempos no van a volver.

Hoy, nos encontramos con medios y canales diferentes y con otros que siguen naciendo, con un consumidor que cambia permanentemente a un ritmo que no somos capaces de seguir -aunque debemos intentarlo-, y con un clima de tensión permanente por el desconocimiento en la conexión del off con el on y con cualquier punto de contacto con el consumidor que se genera en este tránsito.

Y nos encontramos desde las agencias y profesionales de la publicidad con diversos aristas que debemos limar para seguir aspirando a estar cerca de lo que ocurre:

  1. Los medios digitales varían permanentemente. Todos los componentes que forman parte del espectro de marketing digital se enfrentan al cambio que experimenta su usuario de la mejor manera posible: cambiando para seguir a su lado. SEO, SEM, SMO, verticales, e-mail marketing o PR digital están en constante evolución, con las reglas del juego modificándose a un gran ritmo, y convirtiendo en imprescindible el re-aprendizaje.
  2. Nuevos profesionales adoptan posiciones técnicas en esas herramientas digitales concretas, estando cerca de estas evoluciones de los medios. Esto obliga a los estrategas, creativos y en definitiva a cualquiera dentro de las agencias de publicidad con responsabilidad de marcar la línea a seguir por las marcas a estar cerca de ellos, para ser capaces de conocer estos cambios desde una perspectiva profunda.
  3. Los clientes escuchan el ruido, pero no son capaces de sacar nada en claro excepto que algo ocurre. Esto nos obliga a ser el altavoz de los cambios para transmitirles lo que ocurre desde un prisma estratégico, conectando con lo que la marca es y cómo se puede aprovechar siguiendo una coherencia.

Ya no es posible ser arquitecto sin ‘bajar’ a la obra

Todo ello marca una nueva realidad. Ya no podemos dedicarnos solo a estudiar al consumidor desde el planning ni desde ninguna posición dentro de las agencias de publicidad, marketing o servicios de promoción entre marcas y audiencias objetivo.

Necesitamos estar cerca de los cambios en todas las áreas que le tocan, tanto en el prisma digital (nuevo) como en el de los canales tradicionales (reconversión), más allá de los cambios que este consumidor experimenta.

Necesitamos ‘bajar’ a la obra y conocer las herramientas, vivir experiencias, testear de nuestra propia mano caminos y situaciones nuevas.

Necesitamos comprender los cambios en los canales entendiendo qué son esos canales, cómo cambian, por qué, qué experimenta el consumidor dentro de ellos, cómo se relacionan, cómo actúa ante la marca, con qué se encuentra esta cuando interactua o soluciona una crisis relacional.

Necesitamos hablar el mismo idioma de quienes nos transmiten los cambios, de esos profesionales técnicos que saben de la táctica pero no de la estrategia, y así separar el grano de la paja y poder valorar en su justa medida su importancia.

Ahora, para ser arquitectos de marcas tenemos que coger los ladrillos, probar su dureza, crear estructuras, destruirlas, vivir un error en nuestras propias carnes, y luego subir de nuevo al despacho a generar estrategias que sean conscientes de esas realidades y de esos cambios en todo lo que toca a nuestro consumidor.

El aprendizaje, tras ello y durante ello -porque esto nunca acaba-, nos convertirá en profesionales más preparados, más conectados, más cercanos a la realidad y más avispados para generar estrategias responsables con nuestros clientes, y por tanto más dirigidas a lo que vive nuestro consumidor.